Evidencia, inferencia e imaginación: un acercamiento a los límites de la interpretación histórica.

Por Valeria Alejandra Olivares Olivares

Doctorado en Historia

Universidad de Guanajuato

Uno de los problemas más recurrentes de la epistemología de la historia, es aquel que pone el foco en el rol del sujeto historiador. Desde su dimensión de ‘observador’ del pasado, miembro de una comunidad académica, con prácticas definidas y autor del ‘texto histórico’ (De Certeau: 1993, 82-101), la mayoría de estos planteamientos coinciden en que el historiador tiene un papel central en la construcción de explicaciones históricas. Planteamientos disidentes que niegan al historiador relevancia en el proceso investigativo (Goldstein: 1962) igualmente se preocupan por abordar sus implicaciones. Otros, como Raymon Aron (1958) consideran que el historiador ‘no recoge los hechos, sino que los reconstruye en unidades históricas’ (Aron: 1958, 27-33), cuestión que torna al sujeto historiador en el ‘filtro’ de la historia.

Precisamente por este rol central del historiador, es que la interpretación histórica y sus límites se ven mediadas por su labor. Siguiendo el planteamiento de Aron, esta interpretación histórica requiere al menos de dos elementos que constituyen el proceso de reflexión sobre el pasado: las evidencias y las inferencias. Apegado a una postura que reconoce la posibilidad y necesidad de que la historia sea una ciencia, para el autor el concepto de evidencia hace alusión a la acumulación de datos disponibles al investigador antes de ‘correr el riesgo’ de hacer inferencias, es decir, aquellas operaciones que dan lugar a proposiciones más o menos generales que no se incluyen en los hechos, que no obstante podrían legítimamente ser deducidas, inferidas o extraídas de ellos (Aron: 1958, 11).

En este sentido, el autor propone una mirada compleja de aquellos datos que pueden ser encontrados en los ‘vestigios’ del pasado, precisamente porque aquello que en su momento puede ser considerado como evidencia, en un futuro puede adquirir el grado de inferencia (Aron: 1958, 11). Un ejemplo de esta situación, son todas aquellas observaciones de segundo orden que toman como dato y evidencia aquellas inferencias ya realizadas por otros historiadores (Betancourt: 2015, 16).

Los límites de la interpretación histórica estarían demarcados por el trabajo mismo del investigador. Para Aron, esta interpretación es concebida como un momento de síntesis, en que datos convertidos en evidencias y las inferencias construidas hipotéticamente de ellas, se encuentran para dar explicación a los hechos y acontecimientos históricos (Aron: 1958, 13). En el caso del historiador, cuestiones como la objetividad/subjetividad, la distancia de este con su objeto de estudio –la realidad pasada– (Aron: 1958, 12) y la definición de sus objetivos y preguntas de investigación, serían los pasos centrales de esta trayectoria desde las evidencia e inferencias a la construcción de la explicación histórica.

Desde esta propuesta, es posible entender que el tránsito de la construcción de la explicación está mediado por la interpretación del historiador. Para complementar la reflexión del autor, se considera pertinente abordar la noción de imaginación histórica. Si bien esta noción no fue abordada de manera explícita por Aron, su lectura nos remite a este concepto por el protagonismo que se le otorga al rol del historiador como sujeto cognoscente y ‘constructor’ de los problemas históricos.

Autores como Lucien Febvre han propuesto que la historia debe hacerse con documentos, cuando los hay (Citado en Le Goff: 2005, 106); si no, cualquier vestigio del pasado que estudiemos puede entregar información relevante para reconstituirlo y así llevarnos a imaginar de manera tentativa qué puede decirnos un artefacto o ruina sobre el pasado de esos sujetos. Hayden White ha propuesto que la imaginación histórica más que relacionarse con el proceso cognitivo de tratamiento de las fuentes, está intrínsecamente contenida en la escritura de la historia al ser parte constitutiva del desarrollo de la trama (White: 1992, 13-21). Peter Burke ha ido más lejos al plantear que sin imaginación no se puede escribir historia,[1] precisamente porque para él esta sería una condición propia del tratamiento de fuentes, el desarrollo de la investigación y su escritura, así como del proceso de inteligibilidad que el historiador realiza entre ese pasado no experimentable y sus contemporáneos. En otras palabras, pensar ese pasado y hacerlo comprensible en nuestro presente (Burke: Revista de Letras, 2013).

Desde este acercamiento, es posible resaltar que tanto las inferencias como las evidencias juegan un rol central en la construcción de las interpretaciones llevadas a cabo por el historiador. Sumado a esto, la imaginación sería otro elemento que de manera menos tangible, se encuentra presente en los procesos cognitivos e investigativos que el historiador lleva a cabo para comprender el pasado. La cuestión es, no perder de vista que el historiador debe respetar los límites que las propias fuentes entregan y no pensar que toda la explicación histórica puede ser realizada por él. Como el mismo Aron lo propone, no perder de vista que los hechos y acontecimientos históricos son en esencia hechos sociales y humanos, que el historiador intenta explicar a partir del por qué y cómo, situándolos en un espacio y tiempo definidos, en otras palabras, hacer inteligible lo que en apariencia no tiene cohesión.

 

Referencias

  • Aron, Raymond. 1958. “Evidence and Inference in History” en Daedalus, Vol. 87. N° 4: 11-39.
  • Betancourt, Fernando. Historia y cognición. Una propuesta de epistemología desde la teoría de sistemas. México: UNAM/Universidad Iberoamericana.
  • Burke, Peter. 2013. «Sin imaginación no se puede escribir historia». Revista de Letras. 6 de febrero. En: http://revistadeletras.net/peter-burke-sin-imaginacion-no-se-puede-escribir-historia/
  • De Certeau, Michel. 1993. La escritura de la historia. Capítulo: “La operación historiográfica”. México: U. Ibero
  • Goldstein, Leon J. 1962. “Evidence and events in History” en Philosophy of Science. 29. N° 2: 175-194.
  • Le Goff, Jacques. 2005. “La historia como ciencia: el oficio del historiador”. Pensar la historia: modernidad, presente y progreso. México: Paidós.
  • White, Hayden. 1992. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. México: Fondo de Cultura Económica.

[1] http://revistadeletras.net/peter-burke-sin-imaginacion-no-se-puede-escribir-historia/

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